Una ciudad sin fotos

Luis E. Larra Lomas

Juba no es Jartum ni El Cairo, pero por aquí también pasa el Nilo, un río talismán que sólo con nombrarlo suscita interés y curiosidad. Lo vimos cuando el avión que nos trasladó desde Nairobi sobrevoló sus aguas, pero había que verlo también con el pie en la orilla. Desde la Casa Provincial de los combonianos hasta el Nilo hay un buen paseo. Lo mejor es hacerlo andando porque eso te permite patear la ciudad y callejear, aunque aquí este verbo seguramente suena como impropio. Nuestro cicerone es Wellington Alves, un comboniano brasileño con mucha marcha (será por su origen), misionero en Old Fangak, un lugar de primera evangelización de la diócesis de Malakal, al norte de Juba.

Wellington, que está de paso en Juba, mi compañera África y yo nos encaminamos hacia el Nilo por calles bien asfaltadas que hasta hace poco habían sido caminos de tierra. La ciudad esta llena de coches, algo inusual hasta 2005, cuando se puso fin a más de dos décadas de guerra. Los “matatus” (transporte colectivo en furgonetas) se prodigan por doquier y hacen sonar la bocina para reclamar la atención de los viandantes. Algunos de éstos son dinkas, otros nuer. Lo sabemos por las marcas en su frente. Unos muestran seis marcas horizontales en la piel y otros el mismo número pero haciendo ángulo en el centro de la frente con el vértice hacia arriba. Wellington nos explica que fue un invento de los ingleses en la época colonial para distinguir a las diferentes etnias, pero que después ellos lo asumieron como rito de iniciación.

La simpatía de nuestro guía improvisado nos permite saludar a varios jóvenes que están junto a los puestos de venta callejeros al saludo árabe-musulmán de “Salam Alecum”, pero su don de gentes no nos permite satisfacer nuestro deseo: hacer fotos del ambiente, de esos dos niños que recogen botellas de plástico en un saco para después venderlas como recipientes para aceite, de esa mujer que lleva en la cabeza a la africana un haz de leña sorteando los coches mientras cruza la carretera, de los puestos del mercado junto a una mezquita donde se vende calzado y alimentos, de los jóvenes que salen a nuestro encuentro ofreciéndonos cambiar dólares por la moneda local con un buen fajo de billetes en la mano, del anciano con los pies hinchados que apoyado en dos muletas de madera casi tan altas como él apenas puede caminar por el suelo insalubre…

Sólo nos atrevemos a sacar nuestras cámaras cuando llegamos al Nilo. Nos hacemos fotos y se las hacemos a un niño que en barca pasa de una orilla a otra, y a dos jóvenes que cruzan el río con moto incluida en una barca similar. Al acercarse éstos a nosotros descubrimos que la idea de salir retratados no les hace mucha gracia. Nos disculpamos como podemos y regresamos a casa por donde habíamos venido, cayendo en la cuenta de nuevo del espectacular cambio que ha experimentado Juba en los últimos cuatro años, según los que aquí están desde entonces. Se nota en el asfaltado de las calles, en el aumento del parque móvil, en las nuevas construcciones, en los numerosos hoteles y en los selectos restaurantes, lo que ha convertido paradójicamente a la capital de Sudán Meridional en una de las ciudades más caras del mundo.

Nada de estos cambios sin embargo se puede fotografiar en este momento. El referéndum que determinará dentro de apenas medio año si el sur de Sudán permanecerá unido al norte o se convertirá en un país independiente está a la vuelta de la esquina y por eso los ánimos están encendidos. Todo fotógrafo que se atreva a hacer una instantánea corre el riesgo de ser detenido y acusado de espía al servicio de los intereses del norte, aunque el objetivo de la foto sea tan noble e inocuo como el nuestro. Lo pude comprobar por la mañana en otra salida más corta cuando al ver jugar a un grupo de hombres debajo de un árbol pedí permiso, después de un rato observándoles, para fotografiar la escena (pensando en un posible titular: “Referéndum en Sudán Meridional: todo a una carta”). Uno de ellos me preguntó con mucha educación sin dejar de atender la partida: “For where” (para dónde), y me fui sin más…

Acerca de Entre Kenia y Sudán Meridional

Los redactores de la revista Mundo Negro Luis Esteban Larra y África González nos cuentan su viaje por Kenia y Sudán Meridional.
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